Mis Blogs .

Mis Blogs son: Actual (Actualidad y Aficiones), Heródoto (Ciencias Sociales, Geografía e Historia), Plini (Ciències Socials, Geografia, Història i Història de l’Art), Lingua (Idiomas), Oikos (Economía y Empresa), Paideia (Educación y Pedagogía), Sophia (Filosofía y Pensamiento), Sport (Deportes), Thales (Ciencia y Tecnología), Theos (Religión y Teología), Tour (Viajes), Altamira (Historia del Arte y Arquitectura), Diagonal (Cómic), Estilo (Diseño y Moda), Pantalla (Cine, Televisión y Videojuegos), Photo (Fotografia), Letras (Literatura), Mirador (Joan Miró, Arte y Cultura), Odeón (Ballet y Música).

domingo, 25 de mayo de 2014

CS 4 UD 10. Tiempo de confrontación en España (1898-1939). Resumen 1898-1931.

CS 4 UD . TIEMPO DE CONFRONTACIÓN EN ESPAÑA 1898-1939. RESUMEN 1898-1931..
INTRODUCCIÓN.
1. DE LA MONARQUÍA A LA REPÚBLICA.
1.1. LA LARGA CRISIS DEL RÉGIMEN PARLAMENTARIO MONÁRQUICO (1898-1923).
LA PROBLEMÁTICA.
La inestabilidad política.
El problema militar.
La guerra de Marruecos.
El problema del regionalismo/nacionalismo.
El problema religioso.
La problemática social.
LOS INTENTOS DE SOLUCIÓN.
El regeneracionismo.
El maurismo.
El programa de Canalejas.
LAS CRISIS.
La Semana Trágica de Barcelona: 1909.
La crisis general: 1917.
La proclamación de la Dictadura: 1923.

1.2. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930).
El golpe de Estado.
Las soluciones.
Los problemas insolubles.

1.3. LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1930-1931).
Las elecciones de abril de 1931 y la crisis.

INTRODUCCIÓN.
La causa lejana del fracaso de la democracia en España durante el periodo 1936-1975 es la debilidad del Estado liberal español y del proyecto nacional español, que se manifestó en la inestabilidad de la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera, que Raymond Carr considera el hecho más determinante de todo el siglo XX español, porque sin ella no se hubiera producido la República y sin esta la Guerra Civil.

1. DE LA MONARQUÍA A LA REPÚBLICA.
1.1. LA LARGA CRISIS DEL RÉGIMEN MONÁRQUICO (1898-1923).
LA PROBLEMÁTICA.
Durante la etapa posterior a la crisis de 1898, llamada del Revisionismo, tanto los gobiernos conservadores (Silvela, Maura, Dato) como los liberales (Canalejas, Romanones) se enfrentan a los problemas reales de España con desigual éxito, pero sin transformar la situación. Hubo varias grandes cuestiones.

La inestabilidad política.
Alfonso XIII, desde su mayoría de edad (1902), quiso ejercer sus grandes prerrogativas constitucionales y mostró una posición reacia a las reformas, boicoteando muchos de los indispensables cambios. Además, en los primeros años de su reinado, entre 1898 y 1905, desaparecieron los políticos de la Restauración, Cánovas, Castelar, Sagasta y Silvela. Les suceden el conservador Maura, el liberal Canalejas y surge la figura del líder socialista Pablo Iglesias.
Los partidos conservador y liberal se desgarrarán en disputas internas. El conservador entre los partidarios de Maura y los de Dato o Juan de la Cierva. El liberal entre muchos a partir del asesinato de Canalejas en 1912.
La inestabilidad política durante el reinado de Alfonso XIII fue muy perniciosa para el sistema de la monarquía constitucional. Entre 1902 y 1923 se sucedieron 32 gobiernos, con 16 presidentes.
La clase política no se renovaba, siempre con los mismos apellidos y las mismas ideas, y no pudo dar soluciones definitivas a la problemática española.
Lo peor era la escasa democracia real: la poca participación electoral y el fraude electoral (caciquismo), hacía que los cambios de gobierno no obedecieran a cambios en la voluntad general del país sino a crisis internas de los partidos, acontecimientos extraordinarios o la voluntad del monarca.

El problema militar.
El ejército, después del desastre de 1898, vuelve a interesarse por la política, en relación a la guerra de Marruecos, el surgimiento del regionalismo y del nacionalismo no español en la periferia, y de los problemas sociales de la propia oficialidad. Los oficiales se organizaron en las Juntas de Oficiales y en las Juntas de Defensa (1916), con lo que formaron un formidable grupo de opinión y explica el soporte que tuvo Primo de Rivera en 1923.

La guerra de Marruecos.
Fue un problema largo y aparentemente insoluble, que comenzó en 1909 (con un ataque marroquí a Melilla) que en julio de 1921 empeoró con la derrota del general Silvestre (protegido por el rey) en Annual, lo que agravó la crisis del sistema político-constitucional, mientras el desorden público crecía en Cataluña. Todo ello precipitaría el golpe de Estado del general Primo de Rivera, que conseguiría acabar en 1925 el problema marroquí con una ofensiva en alianza con Francia.

El problema del regionalismo/nacionalismo.
Se consolidaron los movimientos nacionalistas.
Cataluña era la región con un nacionalismo más dinámico, liderado por la Lliga regionalista de Prat de la Riba y de Cambó. Consiguió en 1914 la concesión de la autonomía administrativa de las cuatro provincias catalanas, reunidas en la Mancomunidad de Cataluña, que fue presidida primero por Prat de la Riba (hasta su muerte en 1917) y realizó una gran labor económica, social y cultural, pero la Dictadura la abolió en 1925, con lo que se ganó la oposición del nacionalismo catalán.
El País Vasco contaba con un movimiento nacionalista más débil, de ideas xenófobas (Sabino Arana), organizado en el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que sólo contó con bases campesinas y de las clases medias, sin el apoyo de la alta burguesía ni del proletariado.
Galicia tenía el nacionalismo más débil, y sólo se estructuró a finales del reinado de Alfonso XIII, ya con un matiz republicano, en la Organización republicana gallega autonomista (ORGA).
Por contra, se afirmó un nacionalismo español, que pretendía negar sus derechos a las regiones y nacionalidades.

El problema religioso.
Se enfrentaban dos posiciones:
- El clericalismo de la derecha, que dominaba a través de la Iglesia católica la educación y se aseguraba un apoyo social e ideológico en su política conservadora.
- El anticlericalismo del liberalismo y de la izquierda radical, evidente en la Ley del Candado (1911) que limitaba el número de órdenes religiosas, así como en los violentos ataques anarquistas a la Iglesia (quema de conventos en 1909 y 1917).

La problemática social.
Crecía el enfrentamiento social en el campo y la ciudad.
Un conflicto en el campo entre los latifundistas y los campesinos sin tierras. Las reformas agrarias de distribución de tierras y los programas de regadíos eran boicoteados por la derecha, representante de los intereses de los latifundistas, mientras que los 2 millones de jornaleros y 1 millón de pequeños propietarios sufrían una miseria que les radicalizaba. Los peores conflictos fueron las ocupaciones de tierras y las huelgas de braceros (jornaleros) de 1918-1920 en Andalucía.
Un conflicto en la ciudad entre los obreros, mejor organizados por el socialismo (UGT, PSOE, PCE) y el anarquismo (se funda en Barcelona el sindicato anarquista CNT, que será dominante en la clase obrera catalana hasta 1939) y los empresarios, organizados en patronales. Esta confrontación bien organizada se desarrolla en un periodo de cíclicas crisis económicas (1909, 1917, 1919, 1929), con un aumento del desempleo y pérdida de valor de los salarios, que provocaban oleadas de huelgas, cierres patronales, sabotajes, disturbios y terrorismo, que hacía temer a la derecha el estallido de una revolución semejante a la soviética de 1917. Así, la crisis de 1919 llevó a la famosa huelga de la Canadiense (febrero-marzo), seguida de huelga general (marzo-abril) y el comienzo del “pistolerismo” terrorista entre empresarios y sindicalistas, que continuó hasta 1923 (sólo en 1920 hubo casi 400 muertos en las calles de Barcelona y otros tantos en el resto de España). Un ejemplo de esta violencia fue el asesinato en 1921 de Eduardo Dato, presidente del Gobierno.
Las reformas sociales fueron muy tímidas: creación del Instituto de Previsión Social (1908), jornada laboral de ocho horas (1920), creación del Ministerio de Trabajo (1920).

LOS INTENTOS DE SOLUCIÓN.
El regeneracionismo.
El desastre de 1898 fue una convulsión para las conciencias críticas con el sistema y se abrió paso la necesidad de una regeneración del país. El aragonés Joaquín Costa fue la gran figura intelectual del regeneracionismo, con su lema de “Despensa y escuela”: una reforma económica y cultural del país. La política práctica fue menos ambiciosa, aunque el gobierno del conservador Silvela (1899-1901) inició la reforma económica y de la administración local (contra el caciquismo). Pero su fracaso radicalizó al país: el radicalismo republicano nace entonces.

El maurismo.
El conservador Antonio Maura dirige varios gobiernos entre 1904 y 1909, con un ambicioso programa reformista, que se resumía en su lema “o hacemos la revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo”:
- Ley de Administración Local, demasiado moderada para contentar al regionalismo catalán, y demasiado radical para los liberales centralistas.
- Ley de Sufragio, que pretendía hacer del voto un deber cívico, eliminar el poder caciquil y atraer a la participación política a la masa neutra de los pequeños propietarios rurales, la pequeña burguesía y la juventud.
- La política social, con la regulación de las huelgas, arbitrajes y emigración; la creación del Instituto Nacional de Previsión (1908).
- Una política internacional moderada: programa de construcción de buques de guerra; participación en la Conferencia de Algeciras (1906), que estableció un protectorado sobre Marruecos entre Francia y España.
Pero la política de Maura formaba un gran bloque de la derecha apoyada por la Iglesia y se formó una oposición de un bloque de izquierda (liberales, radicales republicanos...), que aprovechó el comienzo de la guerra de Marruecos (1909), los excesos en la represión del levantamiento popular de Barcelona y el terrorismo para forzar la caída de Maura. Aunque volvió al poder en otras ocasiones, lo mejor de su carrera política había terminado.

El programa de Canalejas.
El siguiente gobierno, siguiendo el turno, le correspondió al partido liberal, dirigido por Canalejas (1909-1912). Su programa reformista quedó inacabado por su asesinato en 1912, por un terrorista anarquista. Era la continuación del regeneracionismo y del maurismo.
- Ley del Candado (1911), que prohibió el establecimiento de nuevas órdenes religiosas.
- Propuesta de una Mancomunidad para Cataluña, aprobada más tarde, en 1914.
- Moderación en la represión de las huelgas de 1911-1912.
- Intervención en Marruecos: ocupación en 1911 de Larache, Arcila y Alcazarquivir, para frenar el intento de Francia de entrar en la zona española.

LAS CRISIS.
Todas estas cuestiones se entrecruzan en las crisis de 1909, 1917 y 1923, en las que la guerra de Marruecos será un factor común decisivo, siempre en unión con los otros.

La Semana Trágica de Barcelona: 1909.
La crisis de 1909, la famosa Semana Trágica de Barcelona (del lunes 26 al sábado 31 julio), se debió a la guerra de Marruecos. Fue una revuelta popular contra el envío de tropas a la guerra de Marruecos, con derivaciones sociales y anticlericales (son incendiados sesenta establecimientos eclesiásticos). Hubo una fuerte represión (100 muertos) y fue fusilado el pedagogo Francesc Ferrer i Guàrdia, director de un centro de enseñanza anarquista, aunque no había participado en los hechos.

La crisis general: 1917.
España se dividió ante la I Guerra Mundial (1914-1918) en dos bandos: los francófilos progresistas y los germanófilos conservadores, aunque la mayoría era neutral. La economía se benefició enormemente de la demanda bélica de los aliados, a cambio de un fuerte aumento de los precios de los productos de primera necesidad.
La crisis de 1917 fue una reforma frustrada de la derecha y una revolución frustrada de la izquierda. La provocó el malestar social por la inflación ocasionada por la I Guerra Mundial y a la guerra de Marruecos. En febrero de 1917 había ocurrido la primera revolución rusa, lo que actúa de modelo de referencia.
Estalla una grave crisis política, iniciada por los oficiales (reunidos en las Juntas de Defensa militar), seguida por la burguesía catalana (Cambó exige la convocatoria de Cortes), por los radicales republicanos y por el proletariado (socialistas y anarquistas). Hubiera podido culminar con una profunda revolución, pero al final la burguesía y el ejército se separaron del movimiento obrero, por temor a la subversión. Todo culminó con la huelga general revolucionaria del 13-17 de agosto, sometida por el Ejército, con el apoyo de los partidos monárquicos y de la burguesía. Desde este momento la fuerza militar ejerce una mayor intervención en la vida política del país. Comienza un periodo de gobiernos de concentración en los que intervienen casi todos los partidos del sistema, pero entre 1917 y 1923 hay trece cambios de gobierno y treinta crisis parciales, lo que produce una imagen de irreparable crisis en la vida política española.

La proclamación de la Dictadura: 1923.
Nuevamente la crisis se originó en primer término por la misma guerra de Marruecos (el desastre de Annual en 1921), pero sus fundamentos decisivos fueron la crisis económica que duraba desde 1919 con el fin de demanda disparada por la guerra mundial, y la crisis social derivada en lucha callejera entre patronos y obreros. Estos problemas, más los generales ya expuestos, no eran solucionados por el viejo y viciado régimen parlamentario (sólo en los principios, no en la práctica), por lo que ganó fuerza la opción de un “gobierno fuerte”, que curase los males del país y restableciese a continuación la normalidad. Era una alternativa “bonapartista”.

1.2. LA DICTADURA (1923-1930).
El golpe de Estado.
El golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, fue apoyado por el rey, el ejército, la Iglesia, los conservadores, los terratenientes y la burguesía, e incluso parte del sindicato UGT (no así la CNT). Se presentó como “salvador de la patria”, contra “los profesionales de la política”, vistos con desprecio por la mayoría.
El primer gobierno de la dictadura, constituido totalmente por militares (el llamado Directorio militar) fue relativamente popular y ampliamente acatado, en gran parte porque se pensaba que sería sólo una intervención temporal, que asentase las bases para una nueva constitución mientras resolvía los peores problemas del régimen de la Restauración, lo que logró en parte al restablecer el orden público (el terrorismo desapareció pronto) y al pacificar el Protectorado de Marruecos.
Pero su mismo éxito inicial perdió a Primo de Rivera: a partir de septiembre de 1925 sustituyó al directorio militar por un Directorio civil, intentando institucionalizar la dictadura como un régimen durable. Se atacó finalmente a los intelectuales y a los catalanistas, acusados de separatismo (se suprimió la Mancomunidad en 1925).
Así, la Dictadura fue una solución temporal de gobierno personal, sin Constitución propia ni partidos (sustituidos por las Corporaciones al estilo fascista italiano), basada en las instituciones del partido Unión Democrática, la Asamblea Nacional y los delegados gubernativos. Su modelo ideológico alternó entre el fascismo italiano y el bonapartismo francés.

Las soluciones.
Se consiguió terminar con el terrorismo interno y con la guerra de Marruecos. El ministro de Fomento, José Calvo Sotelo, desarrolló un notable programa de obras públicas (carreteras, electrificación) y fomento de la industria (CAMPSA, Tabacalera), exposiciones internacionales (Sevilla y Barcelona en 1929), beneficiándose además la economía de la expansión industrial y de la prosperidad mundial de los felices años 20; combatió el caciquismo y lo peor de la corrupción política.

Los problemas insolubles.
Pero estos éxitos se estropearon porque no compensaba la pérdida de las libertades de prensa y asociación, la suspensión de las Cortes y la represión del regionalismo y el nacionalismo en la periferia. En suma, duró demasiado, hasta más allá de la crisis de 1929, cuando la mayoría de la opinión pública hubiera aceptado a lo más llegar hasta 1926 o 1927.
El régimen se enfrentó a casi todos sus primeros apoyos. Sus grandes enemigos fueron: los antiguos políticos liberales, los republicanos, la CNT y comunistas, los nacionalistas de la periferia, los estudiantes y los intelectuales jóvenes (Marañón, Ortega, Azaña, De los Ríos), a los que se unieron después los socialistas y la UGT. La oposición contra el dictador derivó también en rechazo al monarca que había aceptado la conculcación de la Constitución. En suma, la Dictadura de Primo de Rivera había fracasado en resolver los más graves problemas internos de la Restauración de tipo político, militar, regionalista, religioso y social, al tiempo que comenzaba a llegar la crisis económica de la Gran Depresión. En esta situación el dictador perdió uno tras otro sus apoyos, en especial de la burguesía y del clero catalanes, del ejército y, finalmente, del rey, que le pidió su dimisión.

1.3. LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1930-1931).
La caída de Primo de Rivera en enero de 1930, al perder la confianza de los militares y del rey, fue seguida por los cortos gobiernos del general Berenguer (enero 1930-febrero 1931) y del almirante Aznar (19 febrero-14 abril 1931). Su misión era la restauración del sistema parlamentario, que se pensó hacer en fases, comenzando por el nivel municipal, pero se fracasó, porque el rechazo al régimen era insalvable. La economía entraba en una crisis galopante (devaluación de la peseta, paro obrero) y el ejército perdía su cohesión (sublevación republicana de Jaca).
Las fuerzas de la oposición (republicanos, socialistas, catalanistas de izquierda) firmaron finalmente el Pacto de San Sebastián (agosto 1930), para pedir el cambio de régimen, porque se pensaba que la monarquía estaba demasiado comprometida con la dictadura.

Las elecciones de abril de 1931 y la crisis.
Las elecciones municipales (12 de abril) dieron el triunfo en las ciudades a la coalición republicano-socialista, que de inmediato proclamó la República (14 de abril) en Madrid y Barcelona (donde Macià proclamó la República catalana) y lanzó un ultimátum al rey para que abdicara.

Entonces, los políticos monárquicos Romanones y Marañón, y los militares, aconsejaron a Alfonso XIII que abandonase el país para evitar una guerra civil, y el rey abandonó España, sin abdicar, rumbo a Marsella.


miércoles, 21 de mayo de 2014

HMC UD 13. La Revolución Rusa y su evolución hasta 1985.

HMC UD 13. LA REVOLUCIÓN RUSA Y SU EVOLUCIÓN HASTA 1985.

1. REVOLUCIÓN DE 1905.
ANTECEDENTES.
LA CRISIS DE 1905.
CONSECUENCIAS.
Las insuficientes reformas.
La oposición.

2. LA REVOLUCIÓN DE 1917.
EL AGRAVAMIENTO DE LA SITUACIÓN A CAUSA DE LA GUERRA.
LA REVOLUCIÓN DE FEBRERO Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA.
EL GOBIERNO PROVISIONAL DE KERENSKI Y LOS SOVIETS.
LA VUELTA DE LENIN Y LAS TESIS DE ABRIL.
LA INSURRECCIÓN DE JULIO Y LA CONTRARREVOLUCIÓN.
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE.

3. LOS COMIENZOS DE LA URSS.
ASAMBLEA CONSTITUYENTE Y PROBLEMAS DEL NUEVO ESTA­DO.
LA GUERRA CIVIL.
LA CREACIÓN DE LA III INTERNACIONAL.
DEL COMUNISMO DE GUERRA A LA PLANIFICACIÓN.

4. LA ERA ESTALINISTA.
LA LUCHA POR EL PODER.
LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA.
LOS PROCESOS DE LOS AÑOS 30.
LA II GUERRA MUNDIAL Y LA POSGUERRA.

5. EVOLUCIÓN DE URSS DESDE 1953 HASTA GORBACHOV.
EL DESHIELO (1953-1956).
ERA DE KRUSHEV (1956-1964).
ERA DE BREZNEV (1964-1982).
ENDURECIMIENTO Y DESCOMPOSICIÓN (1982-1985).

1. REVOLUCIÓN DE 1905 Y SUS CONSECUENCIAS.
ANTECEDENTES.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Hacia 1900 el Imperio ruso era un país enorme, 22 millones de km², poblado por 170 millones de habitantes. Pese a los grandes progresos experimentados en el siglo XIX, sobre todo, en la segunda mitad, seguía siendo un país económicamente atrasado, socialmente de­sequilibrado y políticamente anclado en el pasado.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Era una sociedad agraria, en la que el zar y los 130.000 grandes propietarios acaparaban entre el 95% y el 98% de la tierra hasta que en 1861 se abolió la servidumbre, pero el rescate que los campesinos debían pagar para acceder a la propiedad de la tierra era casi inalcanzable, de modo que la mayoría de los campesinos, cerca del 75-80% de la población total, vivían en la pobreza y de­bían optar por quedarse en el campo como jornaleros o emigrar a las ciudades. La propiedad agraria se dividía entre dos grupos principales: los grandes terratenientes de la antigua nobleza y los nuevos campesinos ricos, los kulaks, generalmente arrendatarios y hombres de confianza de los primeros que habían accedido a la propiedad después de 1861, configurando una creciente clase media de terratenientes.
Desde 1880 empezó un fuerte desarrollo industrial. Era una industrialización muy rápida, de modo que hacia 1900 Rusia ya era la quinta potencia industrial (y entre 1900 y 1914 aumentó un 56% su PIB, lo que indica que había encontrado un camino al desarrollo); territorialmente muy concentrada en Moscú, San Petersburgo, Bakú, los Urales y Ucrania; estructurada en grandes empresas de más de 500 obreros; y financieramente dependiente del extranjero, con empresas sobre todo de capital extranjero, sobre todo francés, inglés, alemán y belga. La burguesía industrial rusa era escasa, muy concentrada en pocas manos.
El proletariado urbano, con unos tres millones de obreros, vivía en condiciones miserables, trabajando sin condiciones de seguridad e higiene, con bajos salarios, sin protección social, con la sempiterna amenaza del paro durante las sucesivas crisis. Ello explica que el proletariado fuese la vanguardia de la revolución. Las huelgas y revueltas obreras abundaron ya desde 1900 y siguieron en las dos grandes revoluciones de 1905 y 1917.
Las comunicaciones eran muy malas, con una red de ferrocarriles muy escasa para tan extenso territorio.
La diversidad social y étnica era muy grande y el poder político protegía sólo los intereses de los rusos en contra de las minorías nacionales, y a los aristócratas, eclesiásticos, terratenientes y burgueses en contra del campesinado y del proletariado. Las clases medias eran muy débiles, con una reducidísima intelectualidad en medio de un país analfabeto.


La familia imperial de Nicolás II.

El zar Nicolás II era un gobernante autocrático, reacio a delegar sus poderes e incapaz de consentir las reformas necesarias para adaptar el país a los nuevos tiempos. El poder absoluto del zar, jefe tanto político como de la religión ortodoxa, garantizaba la estabilidad de la pirámide social, que se apoyaba sobre la Iglesia ortodoxa, con un 80% de creyentes, una enorme burocracia, la creciente clase de los terratenientes, la gran burguesía, y dos grandes fuerzas represivas: el ejército, en el cual la nobleza ocupaba los puestos clave, y la policía (la ojrania).
Rusia había alcanzado durante el siglo XIX un estatus internacional de gran potencia, gracias a su enorme territorio que se extendía desde Polonia hasta el mar de la China, desde el océano Glacial Ártico hasta los desiertos de Asia Central. Encarnaba Era un imperialismo continental, que presionaba sobre muchos puntos: Constantinopla, Persia, China..., en oposición al imperialismo marítimo que representaba Gran Bretaña.



El imperio ruso en Asia Central h. 1900.

LA CRISIS DE 1905.
La guerra ruso-japonesa de 1904-1905, marcada por continuas derrotas militares, derivó en una crisis política y económica, debido a las levas de soldados, la inflación, las subidas de impuestos, las malas cosechas, el hambre y el paro. La derrota rusa final frente a una potencia asiática emergente fue el colmo del desastre y provocó un estallido del malestar popular.


El 9 de enero de 1905 una huelga en la fábrica Putilov, con más 10.000 obreros, derivó en una manifestación que fue duramente reprimida. Fue el llamado “Domingo Rojo”. Este evento desprestigió al zar ante los humildes, de los que históricamente había sido el “pa­dre” protector ante los abusos de la nobleza. Entonces se sucedieron las manifestaciones, huelgas, motines (como el famoso del acorazado Potemkin), y aparecieron los primeros so­viets (consejos obreros) en las fábricas, campos y cuarteles. La unión circunstancial de la bur­guesía y del proletariado amenazaba liquidar al zarismo.

CONSECUENCIAS.
Las insuficientes reformas.
Para detener la revolución el zar decidió hacer concesiones de tipo liberal, en concreto la elección de un Parlamento, la Duma, pero duró poco, porque en 1906 pudo disponer nue­vamente del ejército y aplastó a los soviets. Desde entonces ignoró a la Duma, disuelta en 1906, 1907 y 1912, porque esta requería reformas profundas que Nicolás II no quería o no podía otorgar.
A lo más que se llegó fue a una moderada reforma agraria, dirigida por el ministro Stolypin, que enriqueció a muchos kulaks pero no resolvió el problema campesino.

La oposición.
La oposición se estructuró en los años siguientes. Tres eran las alternativas para terminar con la autocracia zarista:
- La liberal conservadora, formada por grandes burgueses y propietarios agrícolas, que deseaban reformas pausadas, que no alterasen lo esencial del orden social y político, según un modelo alemán o austriaco.
- La liberal reformista, de los intelectuales liberales, agrupados en el partido constitucional-demócrata (KD, por ello llamado de los kadetes). Estos burgueses liberales querían una monarquía parlamentaria de tipo europeo occidental, similar al británico.
- La socialista revolucionaria, dividida entre los populistas del Partido socialista-revolucionario (PSR), y los socialdemócratas del Partido obrero social demócrata ruso (POSDR). Los socialrevolucionarios querían un Esta­do campesino en una República federal. Los socialdemócratas, a su vez, estaban divididos en mencheviques (la mayoría reformista), que esperaban la industrialización para poder aumentar el número de la masa obrera, y bolcheviques (la minoría revolucionaria), que defendían que un partido disciplinado podía tomar el poder arrastrando a los campesinos y obreros (se ahí sus símbolos revolucionarios, la hoz y el martillo), y que no se debía pactar con la burguesía.

2. LA REVOLUCIÓN DE 1917.
EL AGRAVAMIENTO DE LA SITUACIÓN A CAUSA DE LA GUERRA.
La entrada de Rusia en 1914 en la Gran Guerra para proteger a Serbia desembocó en una sucesión de fracasos militares y el empobrecimiento de la población, por lo que el zar tomó finalmente el mando militar (1916) en un vano intento de enderezar la situación, pero perdió el poco prestigio que le quedaba al continuar las derrotas, mientras los asuntos de Estado estaban en manos de la zarina Alexandra y su válido, el monje Rasputín, en medio de una abierta corrupción. La miseria y el hambre se extendieron hasta niveles terribles. Las bajas eran monstruosas entre las tropas mal alimentadas, vestidas y armadas, arrojadas al combate como carne de cañón. La desmoralización civil y militar llevó finalmente a la creación espontánea de soviets.
Los representantes de los “privilegiados” en la Duma comprendieron la gravedad de la situación y la inminencia de una revolución, por lo que intentaron imponer una reforma desde arriba, pero el zar se negó a aceptarla. Quedó claro que el cambio habría de hacerse desde abajo y sería violento.

LA REVOLUCIÓN DE FEBRERO Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA.

Resultado de imagen de revolucion rusa

La descomposición de la sociedad y del ejército ruso culminó en febrero de 1917, en la llamada Revolución Rusa de febrero. El 23 comenzaron las huelgas y manifestaciones, que los soldados se negaron a reprimir, tras lo cual se sublevaron contra los oficiales el 27 de febrero. El zar ya no podía contar con el apoyo eficaz del ejército ni de la policía.
La revolución tenía dos cabezas: la oficial y burguesa, representada por la Duma, con Kerenski a la cabeza; la popular y proletaria, de los soviets. Ante el peligro de que se desen­cadenara una revolución proletaria, los burgueses liberales de la Duma obligaron al zar, tres días más tarde, a abdicar en su hermano Miguel, el cual renunció a los pocos días, y formaron un Gobierno Provisional.

EL GOBIERNO PROVISIONAL DE KERENSKI Y LOS SOVIETS.
El Gobierno Provisional, dirigido por Kerenski, pretendía mantener el poder cen­tralizado, no realizar las grandes reformas sociales, como el prometido reparto de tierras, y continuar la guerra, para lo que lanzó una última ofensiva. Pero el descontento continuó y las derrotas se sucedían, así que su poder se debilitó, al desarrollar los soviets un poder paralelo y más cercano a los intereses populares.

LA VUELTA DE LENIN Y LAS TESIS DE ABRIL.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Lenin, el máximo dirigente de los bolcheviques, volvió desde Suiza en abril de 1917 y al poco publicó sus tesis sobre la toma del poder por una minoría revolucionaria disciplinada y decidida, el Partido Comunista, que se formó entonces a partir de los bolcheviques. Sus máximas eran “Todo el poder para los soviets” y “Paz y tierra”, lo que concitó un creciente apoyo popular, aunque al principio era todavía muy minoritario.

LA INSURRECCIÓN DE JULIO Y LA CONTRARREVOLUCIÓN.
Lenin lanzó en julio una primera insurrección bolchevique, que fracasó por la falta de apoyos sociales entre los soviets. Kerenski pudo dominar la insurrección con el apoyo de mi­litares zaristas (Kornilov), pero estos pasaron pronto (septiembre) a la contrarrevolución para volver a entronizar al zar. Los soviets vencieron casi sin lucha a Kornilov y así Kerenski se quedó sin apoyos para combatir a los bolcheviques, partidarios de la ansiada paz y del reparto de la tierra, y que ahora crecían en su influencia sobre los soviets.

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Resultado de imagen de revolucion rusa

El 10 de octubre Lenin convenció al Comité Central del Partido para lanzar nuevamente una Revolución, que comenzó el 25 de octubre (7 de noviembre de nuestro calendario). Tras una breve resistencia los bolcheviques se apoderaron de San Petersburgo y pronto (hacia el 20 de noviembre) de gran parte del resto de Rusia, aunque se mantuvieron fuera de su control amplias zonas en la periferia, como Siberia, Ucrania y el Cáucaso.

3. LOS COMIENZOS DE LA URSS.
ASAMBLEA CONSTITUYENTE Y PROBLEMAS DEL NUEVO ESTADO.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Lenin, Trotski y otros líderes comunistas.

El primer gobierno revolucionario estuvo abierto a los otros partidos revolucionarios, en especial los socialrevolucionarios y mencheviques, pero pronto fueron integrados a la fuerza en el Partido comunista fundado por los bolcheviques, quedando como Partido único durante el resto de la historia de la URSS.
Los dos primeros decretos se refirieron a la paz y a la tierra, asegurando así el apoyo de soldados y campesinos. Luego siguió el decreto de nacionalidades, por el que se daba la independencia a las nacionalidades sometidas por el zarismo, aunque la voluntad bolchevique era que se integraran libremente en la URSS.
La paz separada de Brest-Litovsk (3-III-1918) finalizó la guerra entre las Potencias Centrales y Rusia, que perdió los países bálticos, Finlandia, Polonia y Ucrania, ocupadas enseguida por el enemigo. A pesar de que los alemanes fueron derrotados ese mismo año, la paz de París (1919) no benefició a Rusia, que siguió rodeada de enemigos exteriores a la vez que debía enfrentar a los internos.
Mientras, las fábricas y los campos de los terratenientes fueron estatalizados, para su gestión por los soviets, con un reparto posterior de las tierras entre los campesinos.

LA GUERRA CIVIL.


La guerra civil contra los “blancos”, los partidarios del zar, estalló enseguida, ya en 1917. Estos tenían el apoyo de los aliados, sobre todo japoneses, norteamericanos, ingleses y franceses, que incluso desembarcaron tropas en los puertos de la periferia, pero las fuerzas contrarrevolucionarias estaban divididas mientras que los campesinos y obreros apoyaban mayoritariamente a los revolucionarios. Fue una guerra durísima que causó cinco millones de muertos entre militares y civiles. La falta de apoyo popular de los generales zaristas provocó a la larga (hacia 1920 era completa) su derrota por el disciplinado Ejército Rojo, dirigido por Trotski, que en 1918 tenía 150.000 soldados y en 1920 ya tres millones.

LA CREACIÓN DE LA III INTERNACIÓNAL.
Lenin organizó una nueva Internacional, la III, opuesta a la II Internacional socialista, considerada como aliada de los burgueses y desprestigiada por su apoyo a los respectivos ban­dos durante la I Guerra Mundial.
Los partidos comunistas se formaron como escisiones de los partidos socialistas en casi todos los países. La propaganda revolucionaria (panfletos, carteles, cine) inspiró a las masas en la URSS y el ejemplo de su revolución provocó varios movimientos populares o revoluciones en el exterior, todos fracasados: España en 1917, Alemania en 1918, Hungría en 1921.


DEL COMUNISMO DE GUERRA A LA PLANIFICACIÓN.
La economía de guerra había sido imprescindible para ganar la guerra civil. Se había promulgado el trabajo obligatorio, con salario único, congelación de precios, requisa de alimentos. Pero la economía estaba desorganizada y bajo mínimos, y el hambre era general, hasta el punto que se calcula que hubo millones de muertos.
La Nueva Política Económica (NEP), desde 1921, fue una respuesta más liberal y flexible a los problemas. Fue un retroceso en la colectivización: se permitió el mercado libre para los productos agrícolas e industriales, mientras el Estado se reservaba el dominio de la Banca y las grandes empresas. Los campesinos burgueses (kulaks), comerciantes y pequeños industriales prosperaron. Se electrificaron grandes zonas del país. El resultado fue una mejora sustancial de la economía y la desaparición del hambre, la mejora de la calidad de vida y la extensión de la educación y de la sanidad, lo que consolidó el régimen comunista y reforzó su prestigio exterior entre los grupos de izquierda.
En 1922 se organizó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que comprendieron Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Transcaucasia o Asia Central, por el convencimiento o por la fuerza. En 1924 se establecía la Constitución, al tiempo que moría Lenin y accedía Stalin al poder.

4. LA ERA ESTALINISTA.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Marx, Engels, Lenin y Stalin.

LA LUCHA POR EL PODER.

Resultado de imagen de revolucion rusa

Stalin era partidario de consolidar la revolución en la URSS, imponiendo la industrialización y una colectivización masiva e intensa. Trotski, su principal enemigo en la lucha por el poder, en cambio era partidario de exportar la revolución a otros países.
La comprobación de que la revolución sólo triunfaba en la URSS y el apoyo del Partido Comunista a Stalin, que lo controlaba férreamente, decantaron el triunfo hacia este, que impuso sus tesis y comenzó a purgar a sus rivales.

LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA.
Los Planes Quinquenales comenzaron en 1927, al principio con un carácter muy moderado, bajo la planificación impuesta por el gobierno central, con capital en Moscú. Se hicieron enormes inversiones industriales y mineras, se incitó la productividad obrera (el estímulo moral del stajanovismo), se socializó el trabajo agrario, se colectivizó la propiedad agraria suprimiendo a los kulaks y agrupando las tierras en koljoses (comunidades colectivas) y sovjoses (fincas del Estado con asalariados, más tecnificadas). Se mejoraron las comunica­ciones y se electrificó más el país. Como resultado, la URSS se convirtió en una gran potencia industrial y militar y superó bastante bien los años 30, críticos en buena parte del mundo debido a la Gran Depresión.

Resultado de imagen de rusia 1938 procesos

Pero el costo fue terrible: durante los primeros años 30 el hambre, las deportaciones o las ejecuciones de kulaks, causaron millones de muertos. En algunos lugares de Ucrania se llegó al canibalismo. El control del partido sobre la vida política, social y cultural fue agobiante, sobre todo desde 1932. La URSS se convirtió en un Estado totalitario, gobernado por una nueva clase dominante, la burocracia. Era un fenómeno no previsto por el marxismo.

LOS PROCESOS DE LOS AÑOS 30.

Resultado de imagen de rusia 1938 procesos

Una vez dominada la sociedad, Stalin, para controlar más totalmente el Partido Comunista, eliminó desde 1935 todas las tendencias críticas o desviacionistas, en las llamadas “purgas” o procesos de Moscú. El estalinismo aniquiló con la ejecución o la prisión a sus enemigos e incluso a los neutrales. La mayoría de los antiguos dirigentes bolcheviques perecieron. El precio humano fue alto, pero Stalin consiguió imponerse, justo antes de que el totalitarismo comunista se enfrentara al régimen nazi, su gran enemigo exterior, en la II Guerra Mundial.

4.4. LA II GUERRA MUNDIAL Y LA POSGUERRA.

Resultado de imagen de urss 1941

Stalin pactó en el verano de 1939 con Alemania su neutralidad ante el posterior ataque alemán a Polonia y prometió suministrarle recursos naturales. A cambio consiguió manos libres para ocupar la mitad de Polonia y todos los países bálticos (Lituania, Letonia, Estonia), atacar a Finlandia, que tuvo que ceder la Carelia, e imponer a Rumanía la cesión de la Besarabia. Fue la primera ola de expansión comunista hacia el Oeste.
Pero el 21 de junio de 1941 Alemania atacó a Rusia. El comienzo fue fulgurante, con enormes victorias alemanas, gracias a una gran Blitzkrieg que estuvo a punto de aniquilar al régimen comunista, pero la resistencia desesperada, la vastedad del territorio y la crudeza del invierno lograron evitar la caída de Moscú en diciembre de 1941. La política interior del régimen cambió desde entonces: se exaltaron los ideales nacionales, e incluso la religiosidad; y hasta los presos políticos fueron liberados y movilizados. En 1942 una nueva campaña alemana en el sur estuvo a punto de vencer, pero a finales del año la terrible batalla de Stalingrado cambió el curso de la guerra: los alemanes comenzaron un lento repliegue, salvo  un contraataque fallido en Kursk en el verano de 1943, pero progresivamente los rusos los expulsaron del todo en 1944, ocuparon toda la Europa del Este, se aproximaron a Alemania y contribuyeron decisivamente a su derrota final en 1945, con la conquista de Berlín. En agosto de 1945 la URSS declaró la guerra a Japón y ocupó grandes territorios en el norte de China, que posteriormente entregó a los comunistas chinos de Mao.


                Resultado de imagen de urss 1941

Resultado de imagen de urss 1941

Los soviéticos izan su bandera en el Reichstag berlinés.

La II Guerra Mundial había supuesto graves pérdidas humanas, con unos 25 millones de muertos, y materiales, pero la victoria trajo el logro de convertirse, a la par de EE UU, en una de las dos grandes potencias mundiales y la formación del Bloque Comunista, desde el Este de Europa hasta el Lejano Oriente. Las fronteras se movieron hacia el Este, recuperando parte de los territorios perdidos en 1918.



Mapa de la URSS.

En el interior se reanudó la represión contra los di­sidentes y se lanzó un masivo y exitoso plan de reconstrucción de las zonas destruidas, que hacia 1950 ya se había logrado en buena medida.
Desde 1948, con la Crisis de Berlín, comenzó la Guerra Fría entre el bloque comunis­ta y el occidental, enfrentados por la hegemonía mundial, pero atemorizados por la mutua amenaza atómica hasta el punto de darse golpes sólo indirectamente, en conflictos regionales controlados, como el bloqueo de Berlín y la guerra civil en China en 1948. La estrategia de Stalin, al parecer, era presionar en todos los lados, pero sin entrar en conflicto directo con EE UU. El Comecon (1949) como alianza económica y el Pacto de Varsovia (1955) como alian­za militar, fueron las respuestas al Plan Marshall y la OTAN en el bando aliado occidental.
Al mismo tiempo, China (1949) se convirtió en el otro gigante comunista, al principio subordinado a la URSS, y la guerra de Corea (1950-1953) fue otro enfrentamiento interpuesto con los EE UU. El apoyo a la independencia de las colonias europeas en el Tercer Mundo permitió extender desde entonces la influencia soviética a nuevos países en África y Asia en los años 50 y 60, al unirse las causas del nacionalismo y del comunismo.           

5. LA EVOLUCIÓN DE LA URSS DESDE 1953 HASTA GORBACHOV.
EL DESHIELO (1953-1956).
El deshielo comenzó inmediatamente después de la muerte de Stalin en 1953, cuando la nueva cúpula comunista, con un poder colegiado, renunció a una política de agresión continuada y se prefirió una de pequeños pasos. Así se consiguió firmar el armisticio de Corea (1953) y comenzaba una etapa de no confrontación.

LA ERA DE KRUSHEV (1956-1964).


Krushev impuso sus tesis reformistas en 1956 e inició en 1956 la desestalinización, con una moderada liberalización del régimen que redujo el número de presos políticos e hizo hincapié en una mejora del nivel de vida de la población. Se pretendía ganar al bloque capitalista occidental mediante la economía y no la guerra. Pero no se renunciaba al control del Bloque del Este, como demostró la dura represión del levantamiento de Hungría (1956). No obstante, no evitó la desafección de China (1960), lo que rompió en dos el bloque comunista.
La crisis internacional de Cuba (1962) entre EE UU y la URSS fue la mayor amenaza de conflicto nuclear de la posguerra y debilitó la posición de Krushev, que al poco tiempo, en 1964, fue sustituido por Breznev.

LA ERA DE BREZNEV (1964-1982).


Breznev (1964-1982) limitó la liberalización del régimen, hasta configurar una especie de autoritarismo blando. Pero la economía se estancó gravemente, demostrando grandes desequilibrios entre el sector militar que consumía los mejores recursos y grandes inversiones y el civil. EE UU estaba ganando económicamente la Guerra Fría, empujando a la URSS a una escalada armamentista que esta no podía mantener indefinidamente.
En 1980 la URSS invadió Afganistán para evitar la extensión del islamismo al Asia Central soviética; pero este país se convirtió en el “Vietnam ruso”, sufriendo los soviéticos con graves pérdidas humanas y económicas.

ENDURECIMIENTO Y DESCOMPOSICIÓN (1982-1985).
Tras la muerte de Breznev, los breves gobiernos de Andropov (1982-1984) y Chernenko (1985-1985) supusieron un breve periodo de endurecimiento de la represión, pero también de total estancamiento económico, debido al colapso de los sectores productivos ante el desvío de los recursos al sector militar. La competencia con la política de rearme masivo del presidente estadounidense Reagan no podía ser soportada por más tiempo y la mayoría de los dirigentes comunistas lo comprendía.
El gobierno de Gorbachov en 1985-1989 fue el paso siguiente, hacia el final. 


Gorbachov.

FUENTES.
Internet.
[http://es.wikipedia.org/wiki/Aleksandr_Kolchak] El almirante Aleksandr Kolchak (1874-1920) dirigió la contrarrevolución en Siberia entre 1918 y principios de 1920.
[http://www.espacio-publico.com/debate-sobre-la-revolucion-de-1917Debate sobre la Revolución Rusa. Dirección: Josep Fontana. 
[https://es.wikipedia.org/wiki/Holodomor] La hambruna ucrania de 1932-1933.

Películas.
El acorazado Potemkin (1925). Dirección: Sergéi M. Eisenstein. 67 minutos.
Octubre (1927). Dirección: Sergéi M. Eisenstein. 100 minutos.
Stalin (1992), de Ivan Passer. 166 minutos. HBO. Biografía, interpretada por Robert Duvall.
El almirante (2008). Duración: 103 minutos. Dirección: Andrey Kravchuk. La vida del almirante Aleksandr Kolchak (1874-1920), jefe contrarrevolucionario.

Series de televisión.
Trotski. Serie Netflix de ocho capítulos, interpretada por Konstantin Khabenski. Propaganda antitrotskista basada en falsedades, según la reseña de Sahuquillo, M. R. El segundo asesinato de León Trotski. “El País” (3-III-2019).

Documentales / Vídeos.
Causas y antecedentes de la Revolución Rusa. 72 minutos.


La Revolución Rusa. Academiaplay. 7 minutos. [https://www.youtube.com/watch?v=-mnRwShLmXc]

La revolución rusa en color (1). 46 minutos.
La revolución rusa en color (2). 46 minutos.

                   
Stalin 1. El demonio49 minutos.
Stalin 2. El rojo49 minutos.


Stalin 3. El amo del mundo49 minutos.

            Stalin, el imperio del mal (1). Stalin. El tirano rojo. 84 minutos.
Stalin, el imperio del mal (1). La isla de los caníbales. 53 minutos.
Stalin, el hombre de acero. Documentos TV. 50 minutos.
The Trial (2018). Países Bajos. 125 minutos. Dirección: Sergei Loznitsa. [https://www.eldiario.es/cultura/Loznitsa-Venecia-noticias-URSS-advertencia_0_811919488.html] El documentalista ucraniano rescata imágenes reales del famoso juicio de 1930 contra los ocho miembros, todos ingenieros o economistas,  del llamado Partido Industrial, que aparentemente pretendían destruir la URSS mediante el sabotaje de la economía. Los acusados, Ramzin, Charnovsky, Kalinnikov, Larichev, Fedotov, Kuprianov, Sitnin y Ochkin, sin mayor resistencia, se declararon culpables del intento de sabotaje y, algunos entre lágrimas, pidieron la clemencia del tribunal. El 7 de diciembre, la Corte presidida por Andrei Vishinski condenó a muerte (aunque la pena fue conmutada por prisión) a cinco acusados y al resto a 10 años de prisión y trabajos forzados, además de la incautación de todos sus bienes. Pero era una farsa a fin de hacer creer a la opinión pública que un grupo de traidores y de agentes extranjeros eran culpables de la precaria situación de la economía soviética. Los acusados siguieron trabajando en secreto y el más conocido, Ramzin (1887-1948), incluso fue condecorado en 1943 con el Premio Stalin.

Exposiciones.


*<1917. Romanovs & Revolution>. Ámsterdam. Hermitage (4 febrero-17 septiembre 2017). 250 obras sobre la vida de la familia imperial de Nicolás II (1894-1917) hasta su muerte en 1918. Reseña de Ferrer, Isabel. Cuando los Románov descendieron a los infiernos. “El País” (8-II-2017).

Red Army (2014). Rusia. Director: Gabe Polsky. 76 minutos. Documental sobre la manipulación política que el régimen soviético hizo de la selección de hockey sobre hielo de la URSS. Reseña de Boyero, Carlos. Cuando el KGB manejaba el ‘stick’. “El País” (13-II-2015) 45.


*<Russian Art, 1917-1932>. Londres. Royal Academy (11 febrero-17 abril 2017).


*<Red Star Over Russia: A Revolution In Visual Culture 1905–55>. Londres. Tate Modern (8 noviembre 2017-18 febrero 2018). [https://www.tate.org.uk/whats-on/tate-modern/exhibition/red-star-over-russia]

Libros.
AA.VV. El libro negro del comunismo. Crímenes, terror, represión. Planeta/Espasa-Calpe. Barcelona/Madrid. 1998. 865 pp. Reseña de Rossanda, Rossana. El libro negro del comunismo. “Claves de razón práctica”, 84 (julio-agosto 1998) 46-49.
AA.VV. Crónica de un final: 1917-1918. Románov. Páginas de Espuma. 2018. Selección de textos, cartas… de los dos últimos años de la familia imperial. Reseña de Pita, Antonio. Un relato íntimo del cautiverio de los Románov. “El País” (4-VII-2018).
Anweiler, Oskar. Los soviets en Rusia, 1905-1917. Zero. Madrid. 1975. 333 pp.
Applebaum, Anne. La hambruna roja. La guerra de Stalin contra Ucrania. Debate. 2019. 591 pp. Monografía de la periodista e historiadora estadounidense (1965), afincada en Polonia con su marido, el político Radek Sikorski, sobre la represión bolchevique en Ucrania en 1932-1935, que causó unos cuatro millones de muertos, la mayoría por hambre. Entrevista de Aunión, J. A. Anne Applebaum. ‘Rusia imita a la URSS y sigue usando sus métodos para controlar el poder’. “El País” (25-I-2019). / Vargas Llosa, M. La tragedia de Ucrania. “El País” (3-III-2019).
Beevor, A. Rusia. Revolución y guerra civil 1917-1921. Trad. de Gonzalo García. Crítica. 2022. Entrevista de Altares, G. Antony Beevor. “La guerra de Ucrania puede desatar una catástrofe global”. “El País” (3-VII-2022).
Bettelheim, Ch. La lucha de clases en la URSS (1917-1930). Siglo XXI. Madrid. 1978 (1977). 2 vols. 522 y 573 pp.
Blackburn, Robin (ed.). Después de la caída. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo. Crítica. Barcelona. 1993 (1991). 348 pp.
Carr, E. H. Historia de la Rusia soviética. Alianza. Madrid. 1985 (1953). 3 vs. 470, 429, 618 pp.
Carr, E. H. La revolución rusa. De Lenin a Stalin (1917-1929). Alianza. Madrid. 1985. 240 pp. Resumen de la obra anterior.
Carrère d'Encaussse, Hélène. Lenin. Fayard. París. 1998. 684 pp. Un libro desmitificador sobre Lenin, responsable de atrocidades.
Casanova, Julián. La venganza de los siervos. Crítica. Barcelona. 2017. 232 pp. Historia de la revolución rusa de 1917, a la luz de la historiografía reciente. Fragmento: Bolcheviques en el poder. “El País” Ideas 102 (23-IV-2017). / Rojo, J. A. Casanova. ‘Lo de febrero de 1917 fue un caleidoscopio de revoluciones’. “El País” (31-V-2017).
Claudín, Fernando. La oposición en el socialismo real. Siglo XXI. Madrid. 1981. 390 pp.
Courtois, Stéphane. Lénine, l’inventeur du totalitarisme. Perrin. 2017. 450 pp.
Díez del Corral, Francisco. La revolución rusa. Anaya. Madrid. 1988. 96 pp.
Dobb, Maurice. El desarrollo económico soviético desde 1917. Tecnos. Madrid. 1975. 235 pp.
Droz, Jacques. Historia del socialismo. Laia. Barcelona. 1973. 366 pp.
Duroselle, Jean-Baptiste. Europa, de 1815 a nuestros días. Vida política y relaciones internacionales. Col. Nueva Clío, nº 38. Labor. Barcelona. 1975. 438 pp.
Faraldo, José M. La revolución rusa: historia y memoria. Alianza. 2017. 240 pp.
Faraldo, José María. Las redes del terror. Las policías secretas comunistas. Galaxia Gutenberg. 2018. 340 pp.
Ferro, Marc. La Revolución de 1917. Laia. Barcelona. 1977. 522 pp.
Ferro, M. La revolución rusa. Cuadernos Historia 16, nº 15. 31 pp.
Figes, Orlando. The Whisperers. Private Life in Stalin’s Russia2007.
Figes, O. La Revolución Rusa. Edhasa. Barcelona. 2000. 1002 pp. El historiador británico, sostiene que fue una tragedia: una minoría violentó al pueblo durante el siglo XX.Orlando Figes (Londres, 1959) estudia a “los que susurran” bajo la presión estalinista. Reseña de Tubella, Patricia. Viaje al imperio de los susurros. Un millar de delatores y víctimas de estalinismo reconstruyen su terror en un libro. “El País” (9-II-2008) 47.
Fitzpatrick, Sheila. Everyday Stalinism. Oxford University Press. 1999. La sociedad soviética en los años 30. Fitzpatrick es una historiadora australiana, partidaria de la “historia social sin política”.
Gelatelly, Robert. La maldición de Stalin. Pasado & Presente. Barcelona. 2014. 604 pp. El historiador estadounidense revisa la influencia de Stalin entre 1939 y 1953, con numerosos datos de fuentes primarias.
Harris, James. El gran miedo: una nueva interpretación del terror en la revolución rusa. Crítica. 2017. 272 pp. La represión de Stalin.
Haslam, Jonathan. Vecinos cercanos y distantes. Ariel. Barcelona. 2016. El espionaje soviético desde sus orígenes.
Hill, Christopher. La Revolución Rusa. Ariel. Barcelona. 1971. 215 pp.
Hutchings, R. El desarrollo económico soviético. Istmo. Madrid. 1971. 2 vs. 254 y 279 pp.
Mawdsley, Evan. Blancos contra rojos: la guerra civil rusa. Desperta Ferro. 2017. 368 pp. Fragmento: ¡Proletarios, a caballo! “El País” Ideas 120 (27-VIII-2017).
Mayer, Arno. Las Furias. Violencia y terror en las revoluciones francesa y rusa. Trad. de Víctor Lucea. Prensas de la Universidad de Zaragoza. Zaragoza. 2014. 804 pp.
McMeekin, Sean. Nueva historia de la revolución rusa. Taurus. 2017. 456 pp.
Merridale, Catherine. El tren de Lenin. Crítica. Barcelona. 2016. 369 pp.
Miéville, China. Octubre. Akal. 2017. 360 pp. Novela de no ficción.
Milosevich, Mira. Breve historia de la revolución rusa. Galaxia Gutenberg. 2017. 270 pp.
Nove, Alec. Historia económica de la Unión Soviética. Alianza. Madrid. 1973. 425 pp.
Pipes, Richard. La Revolución Rusa. Trad. de Jaime Collyer, Raúl García Campos, Marcos Pérez Sánchez y Horacio Pons. Debate. 2015. 1.047 pp. El historiador estadounidense de origen polaco Pipes (Ciesyn, Polonia, 1923), catedrático emérito de la Universidad de Harvard, autor de esta obra monumental, muy crítica pero de inmensa erudición. Reseña de Juan Avilés. “El Cultural” (6-I-2017). / Entrevista de Lago, Eduardo. Richard Pipes. ‘No hubo nada positivo ni grandioso en la Revolución Rusa’. “El País” Babelia 1.314 (28-I-2017).
Reed, John. Diez días que estremecieron el mundo. Akal. Madrid. 1983. 410 pp. Sigue otra versión: Reed, John. Diez días que sacudieron al mundo. Introducción de Vladimir Lenin. Trad. de Íñigo Jáuregui. Nórdica / Capitán Swing. 2017. 432 pp. Reedición del clásico sobre la Revolución Rusa con 27 ilustraciones de Fernando Vicente. / Caparrós, Martín. La mejor crónica de la historia. “El País” Semanal 2.143 (22-X-2017). Reseña de Geli, Carles. Ilustraciones para seguir sacudiendo al mundo. “El País” (24-X-2017).
Rees, Laurence. Hitler y Stalin. Crítica. 2022. 616 pp. Entrevista de Antón, J. Laurence Rees. “Era más incómodo estar ante Stalin que ante Hitler”. “El País” (6-III-2022).
Reiman, Michael. El nacimiento del estalinismo. Crítica. Barcelona. 1982. 292 pp.
Sadoul, Jacques. Cartas desde la revolución rusa. Turner. Madrid. 2016 (1919 francés). Sadoul era agregado militar de Francia en Rusia durante los primeros años de la revolución. Fragmento: El mensajero de la revolución rusa. “El País” Ideas (25-IX-2016).
Schlögel, Karl. Terror y utopía. Moscú en 1937. Trad. de José Aníbal Campos, Acantilado. Barcelona. 2014 (alemán Terror und Traum, "Terror y sueño"). 998 pp.  Karl Schlögel (Allgäu, Alemania, 1948). Reseña de Elorza, Antonio. Moscú, año 37. “El País” Babelia 1.207 (10-I-2015) 12. / Entrevista de Salas, Roger. Del sueño a la pesadilla rusa en tiempo de Stalin. “El País” (12-VII-2015) 31.
Sebag Montefiori, Simon. La corte del zar rojo. El grupo del poder en la época de Stalin.
Sebag Montefiori, Simon. Los Romanov, 1613-1918. 2016.
Sebestyen, Victor. Lenin the Dictator: An Intimate Portrait. Weidenfeld & Nicolson. 2017. 592 pp. Lenin: una biografía. Ático de los Libros. 2020. 672 pp. Sebestyen (Budapest, 1956) fue corresponsal en Europa del Este de “The New York Times” y otros medios. Extracto: El chapucero ‘asalto’ que encumbró a Lenin. “El País” Ideas 264 (7-VI-2020). / Reseña de Muñoz Molina, A. Un retrato de Lenin. “El País” Babelia 1.358 (2-XII-2017). 
Schlögel, Karl. El siglo soviético. Galaxia Gutenberg. 2021. 928 pp. Reseña-entrevista de Rizzi, A. La otra vida de la civilización soviética. “El País” (13-X-2021). [https://elpais.com/cultura/2021-10-13/la-otra-vida-de-la-civilizacion-sovietica.html]
Skocpol, Theda. Los Estados y las revoluciones sociales. Un análisis comparativo de Francia, Rusia y China. FCE. México. 1984 (1979 inglés). 500 pp.
Shklovski, Viktor. Viaje sentimental. Trad. de Yulia Dobrovskaya y José María Muñoz Rovira. Capitán Swing. 2019. 383 pp. Memorias de la guerra y la revolución del famoso crítico formalista de literatura. Reseña de Alberola, Miguel. La Revolución rusa contada por un formalista escéptico. “El País” (30-XII-2019).
Slezkine, Yuri. The House of Government. Universidad de Princeton. 2017. 1.104 pp. Historia de las vidas reales (mediante sus lecturas, cartas o entrevistas) durante tres generaciones de los dirigentes, funcionarios, escritores… que vivieron en un edificio moscovita de la élite soviética inaugurado en 1930. Reseña de Muñoz Molina, A. La edad de leer novelas. “El País” Babelia 1.362 (30-XII-2017). 
Sorlin, Pierre. La sociedad soviética, 1917-1964. Vicens Vives. Barcelona. 1967. 359 pp.
Trotski, León. Historia de la Revolución Rusa. Zero. Madrid. 1973. 2 vols. 445 y 571 pp.
Trotski, L. Stalin. Fontamara. 2017. 940 pp. Biografía. Reseña de Marín, Bernardo. Retrato de mi asesino. “El País” (29-X-2017). Se publica la biografía de Stalin inacabada en la que trabajaba Trotski antes de su asesinato.
Trotski, L. La fuga de Siberia en un trineo de renos. Edición de Horacio Tarcus. Trad. de Irina Chernova. Clave Intelectual. 2022. 128 pp. Su exilio y fuga de Siberia en 1907. Reseña de Rendueles, César. Aventuras de un comunista en fuga. “El País” Babelia 1.598 (9-VII-2022).
Tzouladis, Tim. Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Trad. de Joan M. Ibeas. Debate. Madrid. 2010. 521 pp. Reseña de Avilés, Juan. “El Cultural” (5-II-2010) 21. La tragedia de los miles de comunistas estadounidenses que emigraron por sus ideales a la URSS en los años 30, y sufrieron la represión estalinista desde 1936.
Volkogónov, Dmitri. El verdadero Lenin. Anaya & Mario Muchnik. Madrid. 1996. 451 pp. Con documentos novedosos, demuestra que el estalinismo no fue una desviación del leninismo.
Yaroslávkia-Markón, Yevguenia. Insumisa. Trad. de Marta Rebón. Armaenia. 2018. Memorias de Yevguenia Yaroslávkia-Markón (1902-1931), filósofa de formación, periodista, se casó en 1922 con el poeta Aleksandr Yaroslavski (poco antes fue atropellada por un tren y perdió los dos pies). Viajaron al extranjero y pese a que ella no quería regresar, siguió a su esposo, que pronto fue detenido, ella le siguió de la cárcel de Leningrado a la de Moscú, viviendo del robo y procurando ahorrar para sacarlo, hasta que fue encarcelada. Ejecutaron primero a su marido, en el gulag de Solovki, y a ella unos meses después. Reseña de Zgustva, Monika. Vida y muerte en el gulag de una joven insumisa. “El País” (22-VII-2018).
Zgustova, Monika. Vestidas para un baile en la nieve. Galaxia Gutenberg. 2017. 269 pp. Entrevistas a mujeres supervivientes de los campos de concentración soviéticos. Entrevista de Hermoso, Borja. Monika Zgustova. ‘El Gulag sigue existiendo de forma no oficial’. “El País” Ideas 123 (17-IX-2017). / Lindo, Elvira. Poesía necesaria como el pan. “El País” (30-IX-2017).

Artículos. Orden cronológico.
Álvarez Junco, José. El otro monstruo. “El País” (7-VI-2015) 15. Stalin como ejemplo de loco político asesino sirve de ejemplo de los peligros que deparan organizaciones políticas o religiosas con un poder absoluto.
Goytisolo, Juan. De los Ríos en el país de los soviets. “El País” (18-VII-2015) 11. Recuerdo del libro del socialista Fernando de los Ríos, Mi viaje a la Rusia Soviética (1921).
Bonet, Pilar. La revolución que los rusos quieren olvidar. “El País” Semanal 2.114 (2-IV-2017).
Juliá, Santos. ¡Qué importan los hechos! “El País” Babelia 1.314 (28-I-2017). El debate historiográfico sobre si la revolución rusa fue una revolución social o un golpe de Estado.
Bonet, Pilar. La revolución que los rusos quieren olvidar. “El País” Semanal 2.114 (2-IV-2017). Cinco lugares emblemáticos de la revolución de 1917.
Casanova, Julián. Cronología. Los días que cambiaron Rusia (y el mundo). “El País” Semanal 2.114 (2-IV-2017).
Ceberio, Jesús. La fascinación de octubre. “El País” Babelia 1.353 (28-X-2017). Mirada a la historiografía reciente en español sobre la revolución rusa.
Zgustova, Monika. La victoria del arte sobre la revolución. “El País” (4-XI-2017). Resume la pasión creadora de los artistas durante la revolución y la persecución posterior por el Estado.
Bonet, Pilar. Una mirada crítica al Octubre Rojo. “El País” (5-XI-2017). Una exposición recuerda a los primeros detenidos tras la revolución bolchevique.
Bordiugov, Guennadi. La memoria de la Revolución de 1917. “El País” (7-XI-2017). Cómo se recuerda en Rusia la Revolución de 1917.
Vicente, Álex. Stalin, director de farsas judiciales en la Mostra. “El País” (8-IX-2018). El director ucraniano Sergei Loznitsa presenta un documental con filmaciones de un falso juicio real: en 1930 Stalin ordenó juzgar a ocho ejecutivos empresariales de un Partido Industrial por boicotear la producción y planear un golpe de Estado, confesaron sus crímenes y fueron condenados. Todo fue un montaje del dictador para amedrentar a la oposición, usando los medios con una finalidad política.
Sahuquillo, María R. Los Románov, un caso abierto. “El País” (31-VIII-2020). Los científicos confirman que los restos hallados en Yekaterimburgo son de la familia imperial ejecutada el 17 de julio de 1918, pero la Iglesia rusa no reconoce la evidencia.
Estefanía, Joaquín. El cronista de la Revolución de Octubre. “El País” (18-X-2020). Perfil del periodista y escritor estadounidense John Reed (1887-1920), autor de México insurgente (1911) y Diez días que conmovieron al mundo (1919).
Krauze, Enrique. Kronstadt o la venda en los ojos. “El País” (17-III-2021). La brutal represión a los marinos de Kronstadt en 1921 reveló a muchos izquierdistas que los leninistas, enemigos de la libertad, habían traicionado los ideales de la revolución.